
El 3 de agosto de 1936 aviones al servicio de la Segunda República lanzaron sus bombas sobre la mismísima basílica del Pilar de Zaragoza. Las imágenes eran un objetivo militar para el Frente Popular. Su odio a los católicos les llevó a este absurdo del que presumía el diario anarquista Solidaridad Obrera.
Milagrosamente… o afortunadamente… una cayó sobre la plaza y las dos caídas en la misma basílica no explotaron y se exhiben en el interior de la basílica.
Ahora, los herederos políticos de los salvajes que lo hicieron quieren que se oculten e incluso comienzan a falsear la historia.
Pues conservemos la memoria histórica de la verdad.